lunes, 5 de noviembre de 2018

Ejercicios al-Ándalus

LA EVOLUCIÓN POLÍTICA DE AL-ÁNDALUS

Introducción
En el siglo VIII la península ibérica fue conquistada por el imperio musulmán de la dinastía omeya. Así que desde el año 711 al 1492 existieron en la península ibérica diversos estados islámicos que extendieron su religión y su cultura, diferentes de las que había en la Europa cristiana, entre sus pobladores.
Por lo anterior la Edad Media peninsular estuvo marcada por la coexistencia[1], la lucha y la convivencia[2] entre la cultura cristiana de Europa occidental y la cultura islámica procedente de Asia y el norte de África. De ese contacto entre ambas culturas nacieron muchos de los rasgos que hoy caracterizan a los habitantes de la península ibérica.

El valiato dependiente del califato omeya con capital en Damasco (711-756)
En el año 711 un ejército musulmán cruzó el estrecho de Gibraltar desde el norte de África. En ese momento el reino de los visigodos, que ocupaba toda la península ibérica, salvo las zonas montañosas de la Cordillera Cantábrica y de los Pirineos, se encontraba dividido por una guerra civil entre el rey Rodrigo, que se había apoderado del trono tras la muerte del rey Witiza, y los hijos de éste.
Los witizanos llamaron en su ayuda a Muza, el gobernador musulmán de Ifriqiyya[3], el cual, viendo la posibilidad de enriquecerse con el botín, envió un ejército mandado por su subordinado el bereber Tariq, que desembarcó en Gibraltar[4].
Poco después del desembarco, Tariq y Rodrigo se enfrentaron en la batalla del río Guadalete en la que el rey visigodo murió. Al ver la facilidad de esta primera victoria Muza llevó otro ejército a la península, y tanto él como Tariq avanzaron rápidamente ocupando las ciudades del reino incluyendo la capital, Toledo. En siete años los musulmanes se apoderaron de casi toda la península, exceptuando las montañas del norte. Lo mismo que los visigodos, los musulmanes consideraron que los territorios cantábricos y pirenaicos (poco poblados, sin ciudades y con una economía atrasada) no valían el esfuerzo que supondría conquistarlos.
   
El éxito de la conquista musulmana se debió a varios factores:
Los enfrentamientos entre los mismos nobles godos.
Una parte de la aristocracia[5] visigoda colaboró con los invasores, es decir en vez de enfrentarse a ellos llegó rápidamente a pactos y acuerdos con los conquistadores que les permitieron conservar sus tierras y su poder económico.
La mayoría de la población hispanovisigoda formada por campesinos, que carecían de armas y de organización, simplemente cambió el pago de impuestos al rey visigodo por el pago de tributos al califa omeya de Damasco.
La jerarquía de la Iglesia visigoda (los obispos y los abades) aceptó el dominio musulmán pues fueron respetadas sus propiedades y pudo continuar su culto sin dificultades.

Solo una pequeña parte de la nobleza y del clero visigodo, los partidarios más fieles de Rodrigo, se enfrentó a los invasores (defensa de Écija, de Mérida...) y, tras su derrota, huyó hacia la zona cantábrica. Allí esos nobles y clérigos visigodos, acompañados de sus séquitos[6], llegaron a acuerdos con las tribus locales formando el núcleo del futuro reino cristiano del norte.
Los musulmanes bautizaron a la nueva provincia de su imperio con el nombre de al-Ándalus. Se estableció la capital en Córdoba y fue nombrada un valí [gobernador] que ejercía el poder en el territorio en nombre del califa de Damasco.
En los años siguientes a la conquista de la península, los ejércitos musulmanes continuaron avanzando hacia el norte, más allá de los Pirineos, hasta que fueron derrotados por el noble franco Carlos Martel en la batalla de Poitiers (732).
La consecuencia del final de la expansión islámica fue que surgieron enfrentamientos entre los árabes y los bereberes que formaban los ejércitos invasores.
 Los árabes, aunque eran una minoría, se habían apoderado de las mejores tierras agrícolas en el valle del Guadalquivir y del Ebro mientras que los bereberes, más numerosos, debieron conformarse con las tierras más montañosas, como las de la meseta central. Al no haber más oportunidades de conseguir botines al haberse acabado la expansión al norte de los Pirineos comenzó una guerra civil entre los bereberes y los árabes e incluso entre las diferentes tribus árabes -sirios contra yemeníes- . Estas luchas duraron más de veinte años y sólo terminaron con la llegada de Abderramán I a Al-Ándalus.


Emirato omeya de Córdoba independiente del califato abasí de Bagdad (756-929)

En el año 750 se produjo una rebelión contra la dinastía omeya que llevó a su sustitución por la dinastía de los abasíes que pronto cambiaron la capital desde Damasco a Bagdad. Durante la guerra civil los abasíes asesinaron a todos los omeyas menos al joven Abd-al-Rahman, que logró huir de Siria, atravesar Egipto, Ifriqiyya y el Magreb hasta que finalmente llegó a la península Ibérica. Aquí, con la ayuda de partidarios árabes y bereberes, Abderramán I se apoderó de todo al-Ándalus y gobernó desde el año 756 al año 788. Abd-al-Rahman I se proclamó emir independiente y rompió cualquier relación política con el califa abasí de Bagdad. De todas formas la unidad religiosa del Islam se mantuvo, pues los musulmanes andalusíes siguieron reconociendo la autoridad religiosa del califa abasí y rezando en su nombre.
En el año 778 Carlomagno, rey de los francos, el reino cristiano más poderoso de la Europa cristiana occidental, quiso apoderarse de la ciudad de Zaragoza e instalarse en el valle del Ebro pero fue rechazado por los musulmanes.
Como símbolo de su poder, el nuevo emir ordenó, en el año 785, comenzar la construcción de la mezquita de Córdoba sobre el solar de una iglesia cristiana que había comprado.
Tras la muerte de Abderramán I la situación política de al-Ándalus volvió a ser inestable. La fuerza del gobierno dependía de la personalidad del emir omeya que gobernara, pues su poder dependía del apoyo que pudiera conseguir del ejército formado por tribus árabes y bereberes descendientes de los conquistadores de la península. Por ello cuando un emir era débil volvían a repetirse los enfrentamientos entre árabes y bereberes e incluso entre tribus del mismo grupo étnico[7]. Para reforzar su poder los emires omeyas se dedicaron a comprar esclavos europeos para convertirlos en su guardia personal. Estos esclavones[8] fueron un contrapeso de los árabes y bereberes. El resto de la población de al-Ándalus permanecía ajena a los asuntos bélicos, por ello podemos decir que la sociedad andalusí estaba desmilitarizada.
Desde mediados del siglo VIII a los habituales rebeldes bereberes y árabes se unieron los muladíes, que cada vez eran más numerosos, sobre todo en las ciudades, y reclamaban los mismos derechos que los árabes y los bereberes. Asimismo también se produjeron revueltas de los mozárabes, pues un siglo después de la conquista el número de musulmanes no cesaba de crecer, sobre todo por la conversión de cristianos en musulmanes, lo que fue visto por los mozárabes como una amenaza para su estilo de vida.
Todas esas sublevaciones contra el gobierno debilitaron al emirato omeya y favorecieron el avance territorial del reino cristiano del norte que alcanzó el río Duero.
Durante el emirato de Córdoba, a pesar de los vaivenes políticos, se produjo un crecimiento económico en el país y fue desarrollada una estructura administrativa que permitía a los emires controlar a sus súbditos (cobrarles impuestos, reclutarlos para el ejército, obligarlos a cumplir las leyes que dictaba...).

El califato de Córdoba (929-1031)

Cuando subió al trono el emir Abderramán III se encontró con un Estado débil enfrentado a insurrecciones, como la de Umar ibn Hafsún[9], y a ataques exteriores, desde el reino cristiano del norte, así como a amenazas al comercio marítimo andalusí por parte de la dinastía de los Fatimíes[10].
Abderramán aplastó a los muladíes rebeldes, derrotó a los cristianos del norte obligándolos a pagarle tributo en reconocimiento de su superioridad y se apoderó de los territorios norteafricanos al otro lado del estrecho de Gibraltar para garantizar el comercio andalusí.
Tras sus victorias militares en el interior y en el exterior Abd al Rahman III se proclamó a sí mismo califa de los musulmanes de al-Ándalus. De ese modo rompía el último lazo de unión con el califato abasí de Bagdad y el emirato de Córdoba pasaba a ser el califato de Córdoba.
Al igual que sus predecesores amplió la mezquita de Córdoba y mandó levantar el alminar que hoy es usado como campanario.

La estructura administrativa creada por Abderramán III aseguraba al califa un poder absoluto:
El califa elaboraba las leyes, solo tenía prohibido ir en contra del Corán.
Era juez supremo en las decisiones más importantes.
Actuaba como general en jefe del ejército. En éste cada vez eran menos numerosos los árabes y bereberes descendientes de los conquistadores de la península, y cada vez eran más abundantes los mercenarios, tanto bereberes norteafricanos como cristianos peninsulares.
Tenía el poder de nombrar y destituir a todos los cargos públicos (hayib, visires, cadíes, emires del ejército...).

Para demostrar su poder absoluto Abd-al-Rahman III mandó construir en el año 936 un palacio cerca de Córdoba llamado Medina Azahara ("la ciudad resplandeciente"), allí se trasladó con toda su corte y desde aquel lugar controló toda la administración del Estado y gobernó al-Ándalus.
Debido a la extensión del país y a su numerosa población los califas omeyas contaban con funcionarios que hacían cumplir su voluntad (visires, valíes, cadíes, emires...).
 Todo lo anterior necesitaba una gran cantidad de dinero para existir, pues había que pagar a los soldados, a los funcionarios, a los albañiles, a los artesanos, a los que suministraban la madera, o la piedra, o los muebles... De manera que el califa para mantener su corte y su administración recaudaba impuestos tanto a los musulmanes como a los cristianos que vivían en al-Ándalus, y también recibía tributos de los reinos vecinos.
Para pagar todos los gastos de su corte y del Estado el califa recaudaba impuestos, tanto por las propiedades como por las actividades económicas.
Durante el califato de Córdoba al-Ándalus alcanzó su máxima estabilidad política, eso produjo una gran expansión económica, relacionada con un comercio marítimo muy activo que llegaba hasta Constantinopla, y con toda esa riqueza se pudo pagar una época de esplendor cultural, pues no sólo se construyeron numerosos edificios sino que sabios de todo el mundo musulmán se instalaron en al-Ándalus.
En el siglo X la presión de los cristianos del norte fue creciendo de manera constante. Por ejemplo el reino cristiano con capital en León aumentó su fuerza al crecer su población, gracias a la ocupación de las tierras de la meseta norte.
Hisam II, el último califa de Córdoba, subió al trono con 11 años. Y su hayib[11], Muhammad ibn Abi Amir al-Ma'afiri (940-1002) se apoderó del poder con la ayuda de la madre del califa. Abi Amir pertenecía a una familia árabe afincada en Torrox y, tras estudiar leyes, realizó una carrera exitosa en la administración califal. Cuando obtuvo el poder político Abi Amir se aseguró de controlar el ejército, la principal fuente de poder. El ejército que creó estaba formado sobre todo por mercenarios bereberes recién llegados del norte de África y por nobles cristianos del norte de la península. En su ejército había pocos andalusíes (aunque fueran de origen árabe o bereber) y aún menos esclavones.
Con su nuevo ejército Abi Amir realizó cincuenta y seis campañas de saqueo, estando dirigidas la mayoría de estas aceifas contra los reinos cristianos del norte. La finalidad de las algaras no era conquistar territorios, pues el califato no poseía suficientes tropas para controlar de forma permanente las fortalezas que conquistaba, sino saquearlos y conseguir que los gobernantes atacados pagaran un tributo al califa de Córdoba. Las contribuciones que pagaban los Estados vencidos y el botín de las algaradas eran una parte importante de los ingresos del califato de Córdoba. Por ejemplo, en su campaña número veinticinco Abi Amir hizo diecinueve mil prisioneros, que acabaron vendidos en los mercados de esclavos de Córdoba.
El éxito de las incursiones de Abi Amir, como el saqueo de Barcelona en el año 985, o el de Santiago de Compostela en el 997, fue la causa de que le concedieran el nombre árabe honorífico de al-Mansur ("el Victorioso").
Tras la muerte de Almanzor en 1002 y de su sucesor como gobernante en 1008 no hubo ningún político en el califato de Córdoba capaz de mantenerlo unido.

Las primeras taifas (1031-1086)

Entre 1008 y 1031 se desarrolló una guerra civil en al-Ándalus protagonizado por los mercenarios bereberes y esclavones del ejército, por los nobles árabes que poseían las mejores tierras, y por muladíes que habían conseguido cargos públicos durante el califato.
El resultado de la fitna (guerra civil) fue la división de al-Ándalus en más de veinticinco Estados llamados taifas. Cada reino de taifas tenía su propio gobernante que controlaba sus ciudades, cobrando impuestos y reclutando tropas.
Los tres reinos de taifas más extensos fueron los de Badajoz, Toledo y Zaragoza pues coincidían con las antiguas coras [provincias] fronterizas con los reinos cristianos, y sus gobernantes consiguieron el apoyo de las tropas provinciales.
Otros reinos de taifas importantes fueron los de Sevilla y Granada.
En la ciudad de Córdoba fueron expulsados los últimos miembros de la dinastía de los Omeyas, y el gobierno pasó no a un monarca sino a un consejo aristocrático, formado por representantes de las familias más ricas de la ciudad.
Los reinos de taifas se beneficiaron del crecimiento económico y cultural originado durante el califato de Córdoba, pero su falta de unión política y las luchas entre ellos mismos los debilitaron enormemente frente a los reinos cristianos del norte.

EJERCICIOS
Copia las preguntas en negro en la libreta
Responde las preguntas en azul
Corrige las respuestas con bolígrafo rojo

1. ¿En qué siglo conquistaron los musulmanes la península ibérica?
2. ¿Cuándo comenzó y cuándo terminó la presencia musulmana en la península ibérica? ¿Cuánto duró?
3. ¿Qué es la coexistencia?
4. ¿Qué es la convivencia?
5. ¿Cuántos años duró la etapa del valiato?
6. ¿Cuándo entraron los invasores musulmanes en la península ibérica?
7. ¿Qué áreas de la península ibérica no eran gobernadas por los reyes visigodos?
8. ¿Qué era Ifriqiyya?
9. ¿Quién dirigía el ejército invasor musulmán?
10. ¿Cuál era el nombre árabe de Gibraltar?
11. ¿Qué significa en castellano Yebel Musa?
12. ¿En qué batalla fue derrotado y muerto el rey visigodo Rodrigo?
13. ¿Cuánto tiempo tardaron Muza y Tariq en apoderarse de la península ibérica?
14. ¿Qué características comunes tenían los territorios cantábricos y pirenaicos que los hacían pocos atractivos para los conquistadores musulmanes?
15. ¿Cómo actuó la mayor parte de la aristocracia visigoda ante la invasión?
16. ¿Quiénes formaban la aristocracia?
17. ¿Qué es un séquito?
18. ¿Qué nombre dieron los musulmanes al territorio de la península ibérica que habían conquistado?
19. ¿Qué es un valí?
20. ¿Quién derrotó a los musulmanes en la batalla de Poitiers (732)?
21. ¿En qué territorios peninsulares se instalaron los árabes?
22. ¿Cuántos años duró el emirato omeya de Córdoba?
23. ¿Qué territorio atravesó Abd-al-Rahman desde Siria hasta al-Ándalus?
24. Fechas de comienzo y final del gobierno de Abderramán I. ¿Cuánto duró?
25. ¿Cuándo atacó Carlomagno los territorios de al-Ándalus?
26. ¿Cuándo comenzó la construcción de la mezquita de Córdoba?
27. ¿Qué es un grupo étnico?
28. ¿De qué dependía la fuerza del gobierno en el emirato de Córdoba?
29. ¿Qué eran los esclavones?
30. ¿Por qué decimos que la sociedad andalusí estaba desmilitarizada?
31. ¿Quiénes eran los muladíes?
32. ¿Quiénes eran los mozárabes?
33. ¿Cuándo comenzó y terminó el califato de Córdoba?


[1] Coexistencia: Existencia de personas en el mismo lugar al mismo tiempo.
[2] Convivencia: Relación entre los que viven juntos.
[3] Ifriqiyya: Es el nombre de una provincia del imperio musulmán en el norte de África. El nombre es una arabización de la palabra latina Africa.
[4] Gibraltar recibió su nombre de Tariq, pues en árabe se llama Yabal Tariq (montaña de Tariq). Curiosamente el monte que se ve en la orilla marroquí del estrecho se llama Yebel Musa (monte Musa), en honor del otro protagonista musulmán de la conquista de la península ibérica.

[5] Aristocracia es un sinónimo de nobleza. Son el conjunto de los nobles.
[6] Séquito: Grupo de gente que acompaña a una persona ilustre o célebre.
[7]  Un grupo étnico es un grupo de personas que comparten una lengua y una cultura. Los árabes y los bereberes compartían religión pero eran grupos étnicos distintos porque no compartían lengua ni tradiciones.
[8] Esclavón: Esclavo de procedencia eslava que era comprado en los mercados de Verdún o Praga.
En ocasiones los esclavones eran convertidos en eunucos. Un eunuco era un hombre castrado encargado de importantes funciones administrativas y militares.
[9] Umar ibn Hafsún fue un muladí sublevado contra el emir de Córdoba desde el año 880 hasta su muerte en el 917. Fundó un reino que se extendía desde el sur de la actual provincia de Córdoba hasta cerca del mar Mediterráneo. Su poder comenzó a menguar tras ser derrotado en el año 891 por las tropas del emir de Córdoba en la batalla de Poley (Aguilar de la Frontera).
[10] Los Fatimíes fueron una dinastía musulmana chiita, enemiga de los Omeyas suníes, que surgió en Kairuán en el año 909 y se apoderó durante el siglo X de todo el norte de África, desde el Atlántico al mar Rojo.

[11] El hayib era el administrador de los bienes y los ingresos de un gobernante musulmán.

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